Pasar al contenido principal
Imagen de Luis Alfonso del Río con sombrero

SEMBLANZA DE LUIS ALFONSO DEL RÍO LEGAZPI – ESTACIÓN EXPERIMENTAL DEL ZAIDÍN

Enviado por admineez el 24 November 2025

Con gran tristeza, hemos de comunicar que nuestro compañero, Luis Alfonso del Río Legazpi, falleció en Granada el pasado 18 de noviembre de 2025. Luis Alfonso nació en su querida y añorada Asturias (Campomanes) un 13 de diciembre de 1943, y ejerció la mayor parte de su carrera científica en la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC) de Granada. El Profesor del Río se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad de Oviedo en 1967, y obtuvo su doctorado en Ciencias (Sección Químicas) cuatro años más tarde por la Universidad de Granada, bajo la dirección del Profesor Federico Mayor Zaragoza.

Entre las mayores contribuciones del Dr. del Río a la ciencia hay que destacar sus trabajos en el metabolismo de los peroxisomas, un componente celular de gran importancia en el crecimiento y el desarrollo de la célula, así como en la respuesta de los seres vivos a situaciones de estrés, ya sean levaduras, plantas o animales. De hecho, sus trabajos a partir de plantas de guisante fueron pioneros y marcaron la ruta de otros laboratorios internacionales en busca de las funciones de los peroxisomas en la respuesta global de la célula, tanto a nivel fisiológico como en condiciones adversas. Por otro lado, el conocimiento de la biología de los radicales libres y los antioxidantes se enriqueció notoriamente tras las aportaciones del Dr. del Río en dicho campo. No es gratuito decir, por tanto, que la relevancia de los trabajos del Profesor del Río permitió que fuera uno de los autores científicos más citados y de más impacto en la Bioquímica y Biología Vegetal, incluso aún después haberse jubilado.

El Profesor del Río fue además un miembro destacado y comprometido en las sociedades científicas de las que formó parte. De hecho, fue un impulsor incansable, tanto del Plant Oxygen Group (POG, perteneciente a la Society for Free Radical Research-Europe), como del Grupo Español de Investigación en Radicales Libres (GEIRLI), y uno de los socios con más antigüedad de la Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular y de la Sociedad Española de Biología de las Plantas (antes de Fisiología Vegetal). De hecho, el Dr. del Río organizó en Granada la V Reunión del GEIRLI (1998), coincidiendo con la reunión de invierno de la SFRR-Europe sobre Oxygen, Free Radicals and Oxidative Stress in Plants, una Euroconference que tuvo un gran impacto internacional.

Si bien la impronta científica del Dr. del Río fue sobresaliente, y así fue confirmada no sólo por numerosos investigadores nacionales, sino también por otros tantos de los laboratorios de la Universidades de Bristol (Reino Unido), Rutgers (New Jersey, EE.UU.), Mississippi (EE.UU.), Tufts (Boston, EE.UU.) y George Washington (Washington D.C., EE.UU.), en los que realizó sendas estancias postdoctorales, no le fue a la zaga la huella que dejó a título personal. Así, Luis Alfonso del Río Legazpi conquistó el corazón de todos los colegas y personas que lo conocieron. Su cortesía, sus formas educadas y también su fino sentido del humor fueron sus cartas de presentación. Su figura con su elegante sombrero es la imagen que permanecerá en el recuerdo de todos los que quedamos atrapados por su personalidad. Descanse en paz.

 

Jose Manuel Palma Martínez. Grupo de Antioxidantes, Radicales Libres y Óxido Nítrico en Biotecnología y Agroalimentación (ARNOBA). EEZ-CSIC.

 


SEMBLANZA PARA UN AMIGO AUSENTE


Hace unos días apareció en mi móvil la imagen que solía recibir todos los días: una página del calendario recordándome la fecha en que estábamos y su santoral correspondiente. Hoy, al mediodía, no tuve la suerte de recibir ese recordatorio. Al contrario, la noticia que recibí fue la del fallecimiento de mi amigo Luis Alfonso. La verdad es que el mundo se me vino encima. Aunque era consciente de que el “asturiano de pro” no atravesaba su mejor momento de salud y ánimo —solíamos hablar con frecuencia—, no podía imaginar que su partida fuera tan inminente.

Cuando me senté a escribir este recuerdo, las palabras que debían definir a mi amigo no brotaban de mis manos. Qué difícil es despedir a Luis Alfonso. Qué duro es asumir que, cuando viaje a Granada la próxima vez, ya no estará el compañero habitual que compartía la mesa del almuerzo conmigo. Qué penoso es perder a alguien que te aprecia, te quiere y te cuenta, con total sinceridad, sus vivencias —buenas y malas— por el móvil. Qué ardua es esta vida que no pide permiso para alejarte, para siempre, de una persona a la que conociste hace varias décadas y con la que compartiste momentos de toda índole.

Luis, sé que los últimos años de tu vida no fueron precisamente un camino de rosas. Pero también sé —y estoy seguro de no equivocarme— que tuviste grandes momentos de los que estabas orgulloso. Tu profesionalidad fue siempre incuestionable, y todo lo que has dejado atrás, tanto a nivel científico como personal, te honra y te enorgullece, estés donde estés. Echaré en falta, entre otras cosas, nuestras largas discusiones políticas bañadas por tu fino humor. Y no olvidaré tus comentarios, plasmados en los innumerables mensajes que nos intercambiábamos.

Eso sí —y esto me cuesta muchísimo escribirlo—, me queda la gran pena de no haber podido acompañarte en esos momentos críticos de tu devenir por este mundo de Dios. Estaba físicamente lejos…

Tengo que asumir que no se ha marchado para siempre un familiar concreto. No. Se ha ido un amigo, uno al que nadie nos empujó ni obligó a serlo: un amigo de verdad.

Pero, aun con la pena que hoy me acompaña, me queda la convicción de que nuestra amistad fue un regalo auténtico, sincero y profundamente humano. Conservo en mi memoria tu voz, tus bromas y chascarrilloss, esos silencios que lo decían todo y tu forma inconfundible de mirar el mundo circundante. Y aunque la vida haya decidido separarnos sin previo aviso, nada borrará lo que vivimos ni el lugar que sigues —y seguirás siempre— ocupando en mi recuerdo y en mi corazón.

Descansa en paz, amigo mío. Allí donde estés, ojalá siga resonando tu risa y ese amor entrañable que siempre sentiste por tu “tierruca” asturiana.

Angel J. Matilla


 

Unos minutos antes de salir del CEBAS, he recibido un correo de una compañera informándome de que en la página web del Zaidín podía ver algunos comentarios sobre la calidad científica y humana de Luis Alfonso. Este hecho me ha animado a describir brevemente lo que Luis ha significado en mi trayectoria científica y a nivel personal, ya que desde mi incorporación al departamento de Bioquímica Vegetal de la E.E.Z, concretamente en Mayo de 1977, y de ser desde ese año su primera becaria predoctoral, hemos mantenido una continuada amistad.  

Durante los años en los que trabajamos juntos en la Estación Experimental del Zaidín, recuerdo algunas ocasiones imborrables al menos para mí , como por ejemplo la expresión de su cara al comentarle al poco tiempo de obtener mi beca predoctoral, que estaba embarazada, totalmente compresible esta expresión  si se tiene en cuenta la responsabilidad que uno adquiere al comprometerse en sacar adelante y en proporcionar a un becario una excelente formación , pues en su forma de entender y desarrollar su investigación, no había lugar para términos medios y, de hecho, los objetivos a alcanzar eran pioneros en la investigación sobre manganeso superóxido dismutasas en plantas. Tuvimos   ocasiones en las que no faltaron enfoques distintos, en cuanto a que, desde mi ignorancia, yo pensaba que la dedicación al trabajo que realizábamos para intentar purificar esa interesante proteína a partir de hojas de guisantes, era muy intensa o excesiva. Sin embargo, pasado algún tiempo, comprendí que toda la dedicación en aquella investigación  mereció la pena,  no solo al permitirnos  lograr unos objetivos muy  novedosos en aquella época, que se tradujeron en el contenido de la Tesis Doctoral , sino que también  se tradujeron en mi más sincero y especial agradecimiento por haberme brindado la oportunidad de trabajar con él, por su dedicación e interés influyendo de forma notable en mi formación científica, lo que supuso el inicio y me brindó la oportunidad de dedicarme y hacerme un pequeño hueco en el mundo de la investigación en el metabolismo oxidativo. 

El legado de formación científica de Luis Alfonso no solo se circunscribió al departamento de la E.E.Z, sino que ha tenido una amplia influencia en otros laboratorios y entidades, entre ellos y por lo que a mi persona se refiere, en el CEBAS (Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura) de Murcia.

Luis, desde mi traslado, me brindaste toda tu ayuda para poder iniciar una nueva línea en el CEBAS, línea que realmente fue bien recibida por los investigadores y responsables del departamento de Nutrición Vegetal en aquellas fechas. Esta línea, aunque con algunas variantes, se mantiene desde 1981 y actualmente cuenta con buenas científicas a las que has conocido durante bastante tiempo, y con personal técnico y en formación.

Luis puedes estar orgulloso no solo por tus logros científicos, también has contribuido a que tus discípulos y discípulas de uno y otro centro (Zaidín y CEBAS) sigamos manteniendo una buena amistad y durante todos estos años, una amplia colaboración científica. Recuerdo los inicios de esta colaboración cuando allá por los años ochenta os enviaba con el conductor del autobús (Murcia-Granada) los geles de acrilamida para que se les hicierais un densitograma; los múltiples congresos a los que hemos ido y el frío que pasamos en St Andrews allá por 1993 al asistir a la 1st International Conference patrocinada por la Society for Free Radical Research y la Royal Society of Edinburgh, sobre Oxygen and Environmental Stress in Plants.    

La semana del 10 -16 de noviembre recibí un par de whatsapp tuyos con el calendario del día, como era frecuente. Sin embargo, en los días sucesivos no mire tu whatsapp por falta de tiempo y con viajes intermedios, aunque el domingo 16 me extrañó no tener noticias tuyas, ya que no se te olvidaba felicitarme el cumpleaños. El lunes tuvimos un viaje y el martes al recibir la llamada tempranera de Eduardo cogí el teléfono con una cierta preocupación.  Querido “jefe”, como te llamaba desde hace unos años, nos dejas un gran vacío y siento profundamente no haberte contactado durante esos días, al menos para recordarte que te tenía reservado el décimo de Navidad como todos estos últimos años. Recibe un fuerte abrazo de tu discípula y amiga allí donde estés. 

Francisca Sevilla Valenzuela
Profesora de Investigación del CEBAS-CSIC, Murcia



Querido Luis, mientras ganamos en tecnología, perdemos a sabios y sabias que en épocas áridas de la investigación en España, supieron con entusiasmo, dedicación y creatividad, sentar las bases de lo que hoy es la EEZ. Te recordaremos recogiendo tu legado. Matilde Barón 

Dr. Matilde Barón Ayala (Stress, Development and Signalling in Plants - EEZ)

Luis Alfonso del RíoLuis Alfonso del RíoLuis Alfonso del RíoLuis Alfonso del RíoLuis Alfonso del RíoLuis Alfonso del Río

 

Impresiona la instantánea en casi primer plano de Luis Alfonso en el laboratorio. Su cara, su gesto y su mano en un ademán que ahora sabemos que dice adiós. Me han contado alguna vez que había cambiado mucho en el trato con la edad. En mi caso siempre he mantenido con él breves conversaciones, por supuesto cordiales y frecuentemente apelando al sentido del humor. Y esto último es importante, bastante. Creo que le hacía cierta gracia que fuese bibliotecaria. Cuando más nos hemos relacionado ha sido en años más recientes, ya desterrado del cargo “ad honorem”, durante su exilio en la biblioteca de la Estación Experimental del Zaidín. Hemos compartido muchas jornadas nunca a primera hora: dormía mal, se levantaba tarde, ocupaba su rato en acicalarse y llegaba bastante mediada la mañana en un taxi, como un señor. Venía a la biblioteca en un intento fallido por cribar los papeles que el mismo fue generando a lo largo de su quehacer profesional. Revivía su biografía con complacencia a través de sus propios textos u otros ajenos afines. Aunque nos entretuviese más de lo recomendable siempre fue bien recibido, con amabilidad y cortesía. Muchos viernes tomábamos una cerveza (o dos) terminada la faena pero estoy segurísima de que, si por él hubiera sido, habría establecido esa costumbre a intervalos más breves. Comparto estas fotos de look primaveral en las que se le ve muy favorecido: sombrero panamá y bastón de caballero antiguo. Un Luis Alfonso que posa elegante con sus tres libros, sus otros tres hijos, los de la madurez, uno por vástago. Autosatisfecho se sonríe a sí mismo y a mi cámara del móvil como un patriarca bíblico enseñando las tablas de la ley.

En una costumbre disciplinada recibía diariamente por whatsapp la hoja de un calendario con la onomástica junto a conmemoraciones de la UNESCO. Una llamada de atención de alguien que tenía una cierta edad y vivía solo: estoy aquí. El último mensaje fue el 11 de noviembre. Que la vida es tiempo es un axioma. Podemos pensar que el tiempo dedicado a las personas es el mejor invertido, aunque esto ya no sea tan axiomático. Deberíamos recapacitar sobre la idea de que el tiempo compartido con otros humanos es doblemente rentable. El día 18 me enteré de su muerte, no me dio tiempo, a él se le acabó el suyo. De Luis Alfonso me gustaba mucho que era un hombre que no tenía prisa, todo lo hacía despacio pese a que no le quedaba tanto tiempo. Aprendí.

En su recuerdo dejo letra y música de un pequeño fragmento de la Asturiana de Manuel de Falla en la voz de Carmela Gil y la guitarra de Alfonso Linares

https://www.youtube.com/watch?v=O3bFAcCeau4

Por ver si me consolaba
arrimeme a un pino verde,

por ver si me consolaba.
Por verme llorar, lloraba,
y el pino, como era verde,
por verme llorar, ¡lloraba!

 

Licy Ramírez Malo

Biblioteca - Estación Experimental del Zaidín

Luis Alfonso del Río

 

Luis Alfonso del Río

 

 

Publicacion Luis Alfonso del RíoPublicacion Luis Alfonso del RíoPublicacion Luis Alfonso del Río